Mi preparación para la alimentación complementaria de mi bebé comenzó incluso antes de que yo estuviera embarazada… libros con recetas de papillas, la búsqueda de la licuadora más apropiada, para que no quedaran grumos en las papillas, la adquisición de un electrodoméstico muy particular que servía para prepararle papillas, cremas, porriges de cereales y de frutas, bebidas vegetales, etc. La imagen de mi bebe comiendo feliz, era la típica de la mamá dando ricas papillas de a cucharadas. Sin embargo, estando en pleno proceso de mis complicaciones en la lactancia, en la búsqueda desesperada por mayor información para mejorar el acople, los temas de sueño del bebe y tantos otros, es que se cruzó varias veces por mis ojos algo de “blw”, pero como mi objetivo era informarme de lactancia y de sueño, ni lo investigué. Hasta que un día la curiosidad fue más fuerte y busqué qué era ese famoso baby-led-weaning del que tanto me aparecía información y del cual muchas mamás declaraban tenerle tanto temor. Cuando comencé a leer, primero entendí porque tantas mamás expresaban sentir temor de intentar este método con sus bebés, pero también leí algunos de los beneficios que aportaba, los que me dejaron algo reflexiva, pero claramente aún no decidida a tomar ese camino.
En el control pediátrico cercano a los 4 meses, la pediatra me recomendó tomar un curso de alimentación complementaria y blw, el cual evidentemente tomé. Fue recién en ese curso en donde comprendí en qué consistía realmente el blw, las precauciones que deben ser tomadas para una AC segura y los enormes beneficios de este método. Pero incluso hasta en ese momento aún no cambiaba mi decisión de ofrecer ricas papillas a mi bebé.